Hace pocos días alguien se llevó de casa una de las bicis y la computadora portátil. Recién después de una semana pudimos digerir lo que pasó y empezar a emprender las estrategias para seguir.
El miedo a que te roben la chiva o a sufrir un siniestro de tránsito, son dos de los factores que más desestimulan la elección de la bicicleta como medio de transporte.
En nuestro caso, tomamos todas las precauciones necesarias para que no nos roben las bicicletas, usándolas en la ciudad: No dejarla afuera de ningún lugar o estacionamiento que no tenga vigilancia. Nunca confiamos en las trancas ya que si bien es necesario invertir en una resistente, no garantizan absolutamente la seguridad de tu bici.
Cuando la bicicleta se va transformando en tu casa y lo que puedes llevar es lo que puedas cargar, se hace inminente desprenderse de cosas obsoletas o de usos esporádicos y cuando los planes son vivir en movimiento por al menos un año, también cabe desprenderse de las paredes y de las rejas.
Que la bici y el equipaje sea todo lo que necesites tiene por lo menos una cosa buena y otra mala: La buena es que justamente sólo necesitas eso para desarrollar el proyecto más importante de este momento; pedalear por sudamérica. Lo malo es que sin bicicleta no se puede pedalear y si alguien la toma como suya puede estropearte los planes.
Durante estos años de ciclismo urbano, viajes en bicicleta y planificación del proyecto hemos pensado en los riesgos que se pueden correr, pero nunca nos imaginamos que confirmaríamos una de las peores hipótesis: Las ciudades grandes son los lugares más peligrosos para las personas que viajamos en bicicleta.
Esta vez habitamos el miedo en la ciudad y dentro de casa. Esa casa que estábamos por abandonar definitivamente y este hecho precipitó el movimiento.
Hay efectos evidentes causados por estos hechos, todos estos días han estado signados por las ganas de encontrar por lo menos la bici, mientras que la ansiedad empuja a buscar otros planes, como armar una nueva bici y buscar nuevas forma de recaudar dinero para un material que ya teníamos saneado.
Las personas cercanas han respondido de un modo atento y desinteresado y si seguimos en esto en parte es por ellos y por todas aquellas personas que nos siguen y han compartido las fotos o han aportado información para poder ubicar nuestras cosas.
Otro de los efectos no tan evidentes son los mensajes de apoyo, comentarios en redes sociales y charlas que han surgido en el ecuentro con colegas pedaleantes y personas queridas que nos apoyan y sostienen indirectamente este proyecto.
¡A todos/as ustedes, muchas gracias!
Quizás el efecto menos compartido y que comienza a ver la luz ahora, son las reflexiones que han disparado los hechos en nuestras cabezas, con respecto a lo que nos interesa a todos y todas: la Movilidad Urbana.
Esta semana le hemos dedicado muchas horas a desplazarnos por la ciudad, más precisamente en el transporte público, algo que será objeto de las próximas reflexiones que plantearemos aquí más adelante.
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