Un día se sumó al otro y las semanas se fueron acumulando. Después fueron meses y casi alcanzamos el año pedaleando por Uruguay. A diferencia de lo que les contamos en la primera parte de este Resumen sobre Uruguay, hoy tenemos que contarles que hemos tenido roturas importantes en las bicis y el equipo, se empezó a sentir el desgaste y la exigencia del viaje.
Sin embargo, la experiencia que se acumula en nuestra memoria por los centenares de vivencias, juega a nuestro favor. Pero para los fierros, la experiencia no es tan positiva: ellos se empeñan por desgastarse y romperse.
En esta segunda etapa de pedaleo por Uruguay sumamos 105 días en movimiento y un total de 3200 kilómetros. En total hemos pedaleado por 6000 kilómetros en 317 días por nuestro país.
El balance de estos meses es netamente positivo, tanto por lo que implica haber alcanzado el objetivo de llegar en bicicleta a casi todos los rincones del país, así como lo que supuso aprender cada día al enfrentar las dificultades que van apareciendo. En este tiempo visitamos todos los departamentos que faltaban visitar y les podemos afirmar que estuvimos en los 19. De las capitales sólo dejamos afuera a Fray Bentos y se podría decir que también a Rivera, aunque allí llegamos dos veces, pero no en bicicleta: una fue en auto con gente que conocimos (para arreglar las alforjas traseras) y otra en tren, mientras estuvimos en Estación Laureles.
Como les decíamos, no sólo nuestros cuerpos sintieron el paso del tiempo, también las bicicletas, las alforjas y y la ropa tuvieron su desgaste. Primero fue la cubierta trasera de Nacho, que sufrió las consecuencias del peso y las piedras junto con el exceso de presión al inflarla (algo que conviene revisar dependiendo del tipo de camino) y después fue la maza de la misma rueda la que dijo basta y supuso un cambio con espera del repuesto y desarmada incluida, allá por Sarandí de Río Negro ni bien empezábamos a pedalear por el norte del país.
Las alforjas se sumaron a la lista de cosas rotas o que empezaron a romperse a consecuencia de caminos empedrados y los kilómetros que se van acumulando: tuvimos que sustituir las placas de plástico que le dan estructura por chapa galvanizada, primero de las alforjas delanteras estando en Salto y después en las traseras ya llegando a Rivera. Cerrando la lista de cosas rotas, dejó de funcionar el teléfono que usamos para publicar en redes sociales y un tornillo del asiento de Nacho. Hemos solucionado todos los inconvenientes. Incluso una nueva rotura de la maza trasera de Nacho.
Ahí está uno de los desafíos durante un viaje largo: el mantenimiento del equipo. Hay que estar preparados, porque las cosas se rompen o dejan de funcionar. Obviamente, para reponerlas tenemos que generar ingresos y eso es otra de las cosas que hemos aprendido a hacer durante este tiempo.
Con la entrada del verano tuvimos que cambiar parte de la ropa que usamos y también el sobre de dormir. Volvieron los pantalones cortos y vestidos pero las mangas largas nunca se fueron. Dejamos la tercer capa de abrigo por un impermeable liviano que junto con un polar fueron los abrigos justos y necesarios hasta hace bien entrado el mes de abril. En el caso de la cama, aprovechamos una de las visitas de la mamá de Orne para mandar el sobre de dormir que pasó de abrigarnos a cocinarnos y recibimos tres frazadas polares que fueron suficientes para pasar el verano acampando en Uruguay.
En abril volvimos a incorporar el sobre de dormir y también las botas y calzados cerrados que habíamos sustituido durante los meses de calor por las sandalias.
Algunas cosas no cambiaron y es de lo que les queremos hablar ahora. Ciertos aprendizajes se consolidaron y les aseguramos que son aspectos esenciales para sostener en el tiempo un viaje en bicicleta de bajo presupuesto. Una de estas cosas es evitar pagar por alojamiento, seguimos invictos desde el día dos del viaje. Tampoco pagamos por el agua y hemos probado la que sale por la canilla en casi todos los pueblos de Uruguay, por lo que les podemos asegurar que son potables y de buena calidad.
Nuestra dieta ha variado mucho en relación a la que teníamos viviendo en Montevideo. De hecho, ha variado mucho durante el viaje por Uruguay, por diferentes motivos. Uno de ellos es la disponibilidad de alimentos en cada lugar y otro es, la posibilidad de conservarlos. O sea, si no hay un puesto o almacén bien surtido y tampoco tienes heladera, es bastante difícil comer verduras y carne todos los días. Por otro lado está la limitación que tiene nuestra infraestructura para procesar alimentos, que asciende a una cocinilla multicombustible y una marmita para dos personas.
El resultado de todo esto, ha causado en nosotros un consumo excesivo de tortas fritas el invierno pasado, generando consecuentemente el aumento en el consumo de grasa. Obviamente subimos unos kilos, pero lo peor fue que estuvimos mal alimentados. La adaptación a un estilo de vida nómada requiere de que uno siga haciendo aquellas actividades básicas para conservar la vida, pero en un entorno cambiante. Y de eso estamos aprendiendo, poco a poco.
Cocinar sigue siendo la clave para ahorrar, y si le ponemos atención también puede ser una forma de alimentarnos sanamente gastando muy poco. Desde mayo de 2018 hasta abril de 2019 viajamos por Uruguay llegando a decenas de pueblitos y el dinero que usamos no fue mucho.
Por un lado queremos contarles que el promedio de gasto no superó los 1000 pesos uruguayos a la semana, unos 30 dólares aproximadamente. Hubo semanas que viajamos sin usar dinero y otras donde se fueron más billetes. La financiación de este viaje es gracias a todas aquellas personas que compraron una de las camisetas que estuvimos vendiendo durante casi un año, desde que empezamos a movernos. Gracias a todos ellos pudimos movernos por todo el Uruguay y seguimos ahora con más desafíos.
Cosas que hemos Perdido:
-Un pañuelo de Nacho.
-Una caravana bovina que servía de adorno.
-Inflador
Cosas que hemos usado poco:
-Tul mosquitero.
-Filtro de Agua.
-Descorchador.
Cosas que usamos mucho:
Todo el resto del equipo (vamos a contarles todo lo que llevamos muy pronto)
Se agrandó nuestra zona de confort significativamente, alcanzando los límites de Uruguay. Pudimos comprobar que todo está bastante cerca dentro de su inmensidad y diversidad y nos sentimos como en casa, en muchas casas y en todos los departamentos. La familia se volvió gigante, y nunca estuvimos solos. Durante todos estos meses, recibimos visitas de afectos y las fiestas del verano las pasamos muy bien acompañados.
¿Hemos corrido riesgo alguna vez? Es una pregunta que nos suelen hacer, por lo que proponemos una respuesta aquí: No hemos sentido miedo durante todo este tiempo y es porque no nos ha pasado nunca nada. Nunca tuvimos en frente, una situación que nos diera miedo o desconfianza. Acampamos en decenas de pueblitos hermosos, donde existe riesgo cero de que te roben o violenten. Hay cientos de estos lugares a lo largo de todo Uruguay y se los recomendamos sin titubear. Por ahora manejamos una regla, que es la siguiente: si un pueblo tiene menos de 10 mil habitantes suele ser seguro. Ha funcionado para nosotros y también les podemos garantizar que la Policía en Uruguay, además de ayudar a los viajeros, no suele ser corrupta. Hemos recibido algunos tratos indiferentes por parte de la Policía, pero nunca nos han querido cobrar o molestar por estar viajando o querer acampar en algún pueblo. Muchas veces, por acercarnos a esta institución, hemos recibido ayuda fundamental como un lugar donde pasar la tormenta, una ducha, la cocina, etc.
Como balance general de este (casi) año de viaje en bicicleta por Uruguay, podemos afirmar que la satisfacción es enorme. Decidimos hace varios años atrás, cuando empezamos con esto de los viajes en bici, pedalear por nuestro país para conocerlo a fondo y sabíamos que por su extensión y geografía era muy posible. Aprendimos que con sólo tres meses no daba para detenerse en cada sitio, para contemplar cada paisaje y compartir con las personas todo ese cariño. Así fue que pasamos de 90 a 300 días dedicados a esta bella tierra.
Ese cariño que abunda en nuestros pueblos y en nuestra gente, la de las ciudades y los pueblos. Las de los parajes y la campaña. Tanto en la frontera con Brasil, como el litoral del Río Uruguay. En cada rincón cosechamos una buena relación con personas que viven en esos lugares y nos compartieron un poco de lo que viven día a día. Un recorte de un momento de sus vidas y de la vida de las personas que viven en esos lugares. Por eso nos sentimos de todos esos lados y sabemos que también un poco de nosotros quedó en cada rincón del paisito que pisamos con las ruedas de nuestras bicicletas. Ha sido un gusto para nosotros conocerlos y nos gustaría volver a pedalear por esos lugares para volver a encontrarnos. Aquí hay más fotos de anfitriones que nos han hecho la vida más fácil durante todo este tiempo ;)
Con estas imágenes les decimos hasta pronto. ¡Gracias a todas las personas que hicieron posible esta primera etapa de viaje! Quienes nos sigan en redes sociales sabrán que ya estamos en Argentina y la planificación sigue con viento a favor. Pronto les contaremos más a través de este medio sobre los caminos y los pueblos donde hemos estado desde que comenzó el otoño 2019 en el hemisferio sur. ¡A seguir pedaleando!
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Luis Dupouy (martes, 04 junio 2019 07:59)
Ornella , Nacho un gran abrazo, los sigo con mucha emoción,gracias por compartir. QUE estén. Muy bien. Adelante.
Susana (viernes, 07 junio 2019 07:21)
A través del relato, viajé con ustedes. Gracias por compartir... Y seguimos pedaleando!! Un abrazo tranquerense.
Ma Teresa Ruiz Diaz (lunes, 29 julio 2019 17:52)
Bienvenidos a Mayor Otaño Dpto de Itapúa.